La difusión de la imagen: La consolidación de la moneda como vehículo de propaganda bajo la figura de Augusto.

22.03.2020

Carlos Manuel Arriaga García.

Las comunicaciones en el mundo antiguo, al igual que para la toda la historia antes de la revolución de los transportes, fueron complicadas. Los desplazamientos por tierra solían evitarse siempre y cuando existiese una alternativa marítima; mucho más rápida y cómoda que la opción terrestre. Las vías, en un mundo como el romano, tenían una dimensión más local o regional en lo cotidiano -una notable excepción la constituyen personajes como el depositante de los vasos de Vicarello- y una proyección de mayores distancias en movimientos de tropas. Existía la posibilidad de que un mensajero cubriera grandes distancias, siempre y cuando las postas le permitiesen cambiar de animal en cada parada para continuar camino sin necesidad de esperar a que la bestia se repusiera. En realidad, lo más común era que lo único que se expandiera a gran escala fuera el hambre y las epidemias.

Cuando Roma fue consciente de sus dimensiones físicas se preocupó, en consecuencia, de construir una administración y establecer una serie de mecanismos que satisficiesen las necesidades del territorio sin tener que recurrir constantemente a la capital. El imperio intentó solventar la desorganización de la gestión territorial republicana estableciendo y regulando los poderes provinciales. Sin duda, el mecanismo más efectivo para la organización del poder y la propaganda imperial fue la ciudadanía romana y su dimensión municipal hasta la Constitución Antoniniana del emperador Caracalla en el 212 donde se otorgó la ciudadanía general a todos los hombres libres del Imperio. Los atractivos jurídicos de la ciudadanía para las aristocracias locales y otros individuos pudientes redundaron en obra pública, programas culturales y otros eventos para su promoción.
Entre estas prácticas podemos destacar la amplia tradición epigráfica del mundo romano. La epigrafía nos permite rastrear muchas actividades de la dimensión política y conocer cultura material hoy perdida: construcciones, estatuas... Entre sus diversas tipologías suele encontrarse la mención o dedicación a la figura del emperador que convierte el acto de promoción en una vía de propaganda sin necesidad de una intervención activa del estado. Por otro lado, esta actividad está sujeta al conocimiento de los habitantes de la situación en el estado, es aquí donde vuelven a entrar en juego las comunicaciones. Existe
un caso curioso que viene a demostrar esta situación en una inscripción descubierta en el yacimiento de Aratispi, cerca de Casabermeja en Málaga, que dice lo siguiente:
Al divino emperador César Trajano, hijo del divino Nerva: óptimo augusto, germánico, dácico, pártico, pontífice máximo, revestido veintiuna veces de la potestad tribunicia, saludado como emperador trece veces, cónsul seis veces, padre de la patria, el mejor y mayor príncipe, conservador del género humano. La república de los aritispitanos la decretó y la dedicó al divo. (CIL II, 2054)
Esta inscripción honorífica, seguramente acompañaría a alguna estatua del príncipe. Independientemente de todo el boato y formulismo que suele acompañar a esta tipología epigráfica, esta inscripción resulta interesante por los dos motivos destacados: la divinización del emperador y la potestad tribunicia. Esta última, nos sirve a los historiadores para datar la inscripción debido a que era un poder que se le renovaba al emperador de forma anual desde el año de su acceso al poder lo que, según la cuenta romana, lo situaría en su vigésimo año de reinado. El problema aparece cuando sabemos que Trajano gobernó durante 19 años (98-117), por lo que unido a su carácter divinizado, podemos concluir que el príncipe estaba muerto en el momento de la inauguración de la estatua. Esta decisión bien puede responder a que eran conscientes de la situación pero al ser un municipio pequeño no pudiera costearse una estatua del nuevo emperador, o la más segura, que no sabían quién era el nuevo emperador.
La fuente, el primer contacto con el nuevo príncipe, seguramente sería una moneda con su retrato en el anverso. El mundo romano era económicamente dinámico y la moneda llegaba a circular por grandes distancias, lo que la convertía en el vehículo ideal de la propaganda desde Roma. El retrato de un individuo fue introducido por Julio César en el 44 a.C., aunque la verdadera conformación de un programa iconográfico vendrá configurada por Augusto. Sin embargo, primero vamos a realizar un breve recorrido por la historia de la moneda romana, la evolución de los tipos y el sistema introducido por Augusto para contextualizar sus emisiones.

Anverso de Aes Grave con cabeza de Jano
Anverso de Aes Grave con cabeza de Jano

La moneda aparece en el mundo romano en algún momento de la segunda mitad del S.IV a.C. como medio de garantía del peso del metal por parte del estado para así agilizar las transacciones sin tener que recurrir a su medición. Esta primera moneda se conoce como Aes Grave y se trataba de grandes y pesados discos de bronce fundidos con simbología estatal. Con el paso del tiempo, el valor mercancía de la moneda irá sustituyéndose por un valor legal que significará las sucesivas reducciones de peso de las denominaciones. Ello, unido a la aparición de divisores del As nos permite inferir una progresiva dinamización del empleo de la moneda y por tanto su distribución entre las distintas capas de la sociedad. En algún momento previo a la promulgación de la Lex Flaminia del 217 a.C., Roma sistematiza la emisión de plata bajo la denominación de Denario. El denario equivale a diez ases en origen y también reproduce la simbología estatal a la que nos acostumbra el As. El oro se acuñó de forma puntual en la República y no entraría en el sistema monetario hasta el reinado de Augusto, aun así, se caracterizó por una circulación restringida a las élites y al comercio del lujo.

Denario acuñado por T. Minucio Augurino. Anverso: Cabeza de Roma/Reverso: Alusión a antepasados augures.
Denario acuñado por T. Minucio Augurino. Anverso: Cabeza de Roma/Reverso: Alusión a antepasados augures.

Las acuñaciones estaban supervisadas por los IIIviri Monetales, magistratura anual que se incluía en el colegio de los XXVIviri. Al igual que sus colegas, los triunviros monetales eran jóvenes senadores que se estaban iniciando en el Cursus Honorum; por tanto, aprovecharon su posición para incluir tipos que recordasen algún momento de la historia de Roma en el que algún antepasado ilustre hubiese realizado algo en beneficio de la República (distribuciones de trigo, victorias militares...) junto a una leyenda con el nombre del triunviro emisor. Durante el S.I a.C. se sucederán individuos con grandes acumulaciones de poder personal (Sila, Mario, Pompeyo...) que harán propaganda de su posición mediante acuñaciones extraordinarias donde representarán sus propias gestas. Esta práctica llegará a su máximo desarrollo durante la República bajo la figura de Julio César. César manda representar en sus acuñaciones extraordinarias de oro y plata sus campañas en la Galia, la diosa Venus como protectora de la gens Iulia y finalmente, a inicios del 44 a.C., su propio retrato en los anversos. César será el primero, pero no el último. Tras su asesinato el 15 de marzo de ese mismo año, la República inicia su colapso en un contexto de guerras civiles y aspiraciones personalistas. Por un lado, nos encontramos a los asesinos de César y los restos de los pompeyanos mientras que por otro nos encontramos a los partidarios de César que formarán una frágil alianza conocida historiográficamente como II triunvirato. Todas las facciones acuñarán moneda con sus propios tipos y en su mayoría incluirán algún retrato en el anverso.

Cayo Octavio Turino (63a.C.-14d.C.), más conocido como Augusto, entra en el juego político romano en estos momentos convulsos de finales de la República. Sobrino-nieto de César, fue designado como su heredero directo en el testamento del dictador haciéndolo a todas las instancias el sucesor de César en el poder. En estos momentos, Octaviano (denominación adoptada por la historiografía para referirse a la etapa comprendida entre 44-27a.C.) era una persona políticamente débil. A ojos de los otros individuos que aspiraban a la construcción de poderes personales era un crío sin experiencia política no apto para tomar las riendas de la República, por ende, los principales enemigos de Octaviano se encontraban en los líderes del partido cesariano; especialmente en la figura de Marco Antonio. Tras una primera confrontación que culminaría con la victoria de Octaviano en Mutina (43 a.C.) se forja una débil alianza entre Octaviano y dos de los líderes cesarianos: Marco Antonio y Emilio Lépido que se desarrolla en los acuerdos de Brindisi (40 a.C.) en la que los triunviros se dividen el imperio entre sí tras la derrota de los Cesáricidas en Filipos (42 a.C.).
Octaviano, IIIvir Rei Publicae Constituenda (Triunviro para la reconstitución de la República) en Occidente, desarrolla un interesante programa propagandístico en sus provincias mediante el cual pretende afianzar su poder y desmontar esta molesta alianza. Consciente del poder de la representación monetaria, hace circular tipos que responden a
Figura 1. Arriba: Áureo de Bruto conmemorando el asesinato del César. Abajo: Áureo con retrato de Octavio en el anverso y de Marco Antonio en el reverso
Figura 4. Arriba: Acuñación de César. Abajo: Acuñación de Octaviano. Ambas monedas representan a Venus (protectora de la Gens) y un trofeo.
dos temáticas fundamentales: vinculación con la figura de César como su legítimo heredero y triunfos militares.
Sobre la primera temática destacamos distintas tipologías; por una parte encontramos el retrato barbado como manifestación del luto en el mundo romano (figura 3 abajo, anverso), representaciones del retrato de César junto al suyo, imitación de tipos de César (figura 4) o acontecimientos específicos como la aparición del Sidus Iulium (Cometa de César) durante los funerales del 44 a.C. oficiados por Octaviano. Este suceso, fue aprovechado por Octaviano para justificar la divinización de César, y por tanto su vinculación directa como hijo de un dios (Divi filius), al considerarse la manifestación del Genio de César ascendiendo con los dioses. Estas acuñaciones estaban principalmente dirigidas a granjearse el beneplácito y el apoyo de la plebe con la intención de que lo aceptasen como el legítimo heredero de César.
La temática militar, aunque también buscaba contentar a la plebe con triunfos, resultaba una demostración de fuerza y autoridad sobre las legiones, los políticos y sus "colegas" del triunvirato. A estas alturas, tras un intento de sublevación, Emilio Lépido había sido apartado del juego político por Octaviano en Sicilia. Mantuvo su título de Pontífice Máximo hasta su muerte pero no supuso ningún tipo de fuerza en el desarrollo de los acontecimientos. En otras palabras, el conflicto entre Octaviano y Marco Antonio era evidente. Sin embargo, Octaviano se guardó de presentar a Antonio como el enemigo, y planteó la iconografía del conflicto como un enfrentamiento con Oriente; específicamente contra Egipto, un enemigo extranjero -y principal aliado de Antonio en la figura de Cleopatra-. Octaviano se centra en su propia acción militar como demuestran dos series de plata iconográficamente excepcionales emitidas antes de la Batalla de Accio (31 a.C.) para pagar a los soldados. En la primera se presentan los retratos de tres diosas en el anverso: Paz, Venus y Victoria con los correspondientes reversos que presentan a
Figura 5. Denario de Augusto en cuyo reverso se representa el cometa de César.
Figura 6. Denarios de plata de Octaviano previos a la batalla de Accio.
Octaviano en distintos momentos de la batalla: la adlocutio (arenga), la orden de carga y la representación victoriosa como Poseidón. La relación de anversos y reversos resulta crucial para comprender el mensaje de propaganda de la serie: la primera moneda presenta a Octaviano dando un discurso en el que implora a la paz prometida que se establecerá tras la victoria, la carga se encuentra protegida por Venus, la divinidad protectora de la gens Iulia y la última representa el triunfo naval de Octaviano sobre Antonio y Cleopatra en Accio. La segunda serie repite el programa iconográfico intercambiando los tipos: retrato de Octaviano en el anverso mientras que las diosas aparecen desarrollando la acción en el reverso, lo que le aporta un peso de legitimación divina a sus acciones. Ambas series están acompañadas con la leyenda "CAESAR DIVI F(ilius)", es decir, también promociona su vinculación con la divinidad de César. Como podemos observar aquí, Octaviano se cuida mucho de no representar un conflicto entre romanos que pudiera revertir en el socavamiento de su imagen. Este lenguaje se verá repetido posteriormente en el famoso Cuaternión de Augusto donde hará referencia a la conquista de Egipto, no a la victoria sobre Antonio.

Las sesiones del Senado de 13 y 16 de enero del 27 a.C. supusieron, en última instancia, la consumación del proceso que se había llevado a cabo a lo largo de todo el siglo: la consolidación del poder personal. Octaviano, sin enemigos internos y ante un Senado depurado y servil, renuncia a sus poderes extraordinarios y "restaura el orden republicano". En una respuesta muy estudiada, el Senado lo colma de honores, tradicionales y nuevos, que efectivamente le otorgan el poder individual de facto. Es decir, a diferencia de César, no desafía al Senado; lo emplea como herramienta jurídica para justificar y legitimar sus actos manteniendo las formas republicanas. Entre todas las atribuciones políticas, militares y religiosas encontramos un título de nueva creación que denominará esta etapa de su vida: Augusto (27 a.C.-14 d.C) y la fragua jurídica de la primera etapa del imperio: el Principado (27 a.C.-212 d.C.).

La figura de Augusto comporta nuevas connotaciones y desarrollos que la contraponen a la actuación como Octaviano durante las guerras civiles; tal y como dejan patente los propios biógrafos romanos como Salustio. Mientras se presenta a Octaviano como una figura política débil, cruel y despiadada; Augusto aparece como un gobernante poderoso, justo, que perdona a sus enemigos, restaurador y protector de las tradiciones romanas. El cambio de actitud del príncipe ante su proyección se convierte en un profundo cambio de su lenguaje propagandístico. Se reforman las acuñaciones; la competencia sobre las
emisiones de oro y plata recae sobre el emperador, que manda abrir cecas imperiales en provincias que, por una parte, dinamicen la economía mientras agilizan la difusión del mensaje que trasladan. La preocupación por la búsqueda de solvencia y por un cambio en la representación aparace reflejada en la Vida de Augusto de Suetonio cuando hace referencia al episodio en el que Augusto manda fundir una gran cantidad de estatuas suyas de oro y plata. Por una parte se deshace de representaciones que no se corresponden con sus programas de propaganda y por otro consigue materia prima para acuñar y a su vez hacer llegar este nuevo programa a más personas.
En primer lugar, se instituye el retrato del emperador (o de algún miembro de la familia imperial) como tipo fijo -con contadas excepciones- para los anversos. El retrato del emperador -tanto para monedas como otras representaciones- se cristaliza, independientemente de su año de emisión, en un estado perpetuo de madurez; pues el hombre en edad madura se consideraba lo ideal en el imaginario romano. Los reversos sufren una diversificación tremenda y de una muy difícil clasificación temática Asimismo, nos encontramos la inscripción votiva por regreso de un viaje del emperador, su representación acorde a sus distintos poderes (juez, pontífice, general), eventos de la vida pública en Roma (elecciones, repartos de trigo, ludi saeculares), motivos militares, monumentos, alegorías, condecoraciones en honor al emperador, la cuestión sucesoria, dioses... Sin duda, un amplio abanico temático que juntado con los anversos transmite un mensaje nuevo. Ya no pretende buscar la legitimación que perseguían sus acuñaciones como Octaviano. Desde su posición asentada en el poder busca transmitir la idea de soberanía: la identificación del individuo con el Estado; un Estado que, en última instancia, se ha convertido en propiedad de ese individuo.
Esta idea no es genuina de Augusto, los monarcas helenísticos ya introdujeron el retrato en la moneda y la intención de asociar al estado con su persona en contraposición de la comunidad cívica que representaba la polis. El éxito de Augusto radica en su diversidad, su difusión por toda la geografía romana y su pervivencia en el tiempo. Los tipos instituidos por Augusto serán imitados por sus sucesores en el poder, sobrevivirán a la
Figura 7. Arriba: Cuaternión de Pérgamo (27 a.C.). Abajo: Áureo de Lugdunum (9-6 a.C.). Pese a la diferencia de tiempo y espacio, el retrato mantiene unas formas que lo hacen fácilmente reconocible.
crisis del S.III y se adaptarán a nuevas realidades. Tendrán su continuación con nuevos lenguajes y temáticas en el mundo bizantino y serán imitados, como forma de legitimación, por los monarcas de los reinos bárbaros que se construirán en el Occidente europeo altomedieval tras la desaparición del Imperio de Occidente.
Bibliografía:
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Museo Arqueológico Nacional. Catálogo numismático y medallístico. https://www.man.es/man/coleccion/catalogo-cronologico/numismatica.html
Syme, R., Arce, J., & Blanco Freijeiro, A. (2010). La revolución romana. Barcelona: Crítica.
Zanker, P. (1992). Augusto y el poder de las imágenes. Madrid: Alianza Editorial.

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