La evolución del cómic español contemporáneo
Carlos Valdés
El cómic es algo que normalmente nos lo hemos encontrado ajeno a la historia del arte, no lo encontraremos en muchas ocasiones dentro de los libros de arte que hemos estudiado pero, os lanzo una pregunta: ¿lo considerais un arte?, por mi parte, la respuesta es SÍ, no solo a nivel visual, sino también técnico.
Es de sobra conocida la labor creativa en este campo de personajes como Frank Miller, Alan Moore, o el propio Stan Lee, pero yo he querido dar un paso más queriendo reivindicar la importancia que tuvieron las historietas "nacionales" en la sociedad española de los años ochenta, noventa y de principios de siglo XX.
ORIGEN Y DESARROLLO DEL CÓMIC UNDERGROUND EN ESPAÑA: EL RROLLO ENMASCARADO
El origen del cómic contemporáneo nos lo encontramos en EEUU, concretamente en los campus universitarios, lugar en el que nace el movimiento underground en los años sesenta. Un grupo de jóvenes, en desacuerdo con el modo de vivir americano, decidió crear una nueva cultura al margen de la oficial. Sus orígenes nos lo encontramos en el fenómeno hippie, las protestas de la beat generation y el sentimiento trágico de la nueva filosofía francesa.
De
la mano de estos jóvenes, se produjo el nacimiento del Comix
Underground,
definido como un cómic marginal y alternativo, el cual permitió
libertad de expresión; una libertad de expresión que sirvió a la
contracultura para poder pronunciarse con libertad de expresión. Su
espíritu transgresor se expandió, y esto hizo que llegase a España
en los años 70. En España, fascinados con ello, no dudaron en
copiarlo y fueron armas contra la dictadura franquista.
Entre los años 1970 y 1975, encontramos las primeras creaciones del cómic underground español. En estos años, se desarrollaron en España diversos movimientos de oposición al franquismo. Estos movimientos, a su vez, afectaron al mundo de los tebeos, que para marcar diferencia con historietas dedicadas al público infantil, empezaba a llamarse cómic al cómic adulto, influenciado por el cómic adulto europeo. En el año 1972, la editorial Fundamentos, publicó la primera antología del comix contracultural estadounidense, con el nombre de Comix Underground USA. Esta entrega influyó en jóvenes dibujantes españoles - y sobre esta base nació el cómic underground español.
El nacimiento del verdadero movimiento del cómic underground español, que a través de las tres primeras publicaciones del grupo "El Rrollo'' (El Rrollo enmascarado, Pauperrimus comix y Catalina), se enfrentaron a la prueba de la venta y a la censura gubernamental. Dicho en otras palabras, el Rrollo Enmascarado nació en el año 1973, convirtiéndose así en la primera respuesta española al cómic underground estadounidense y en la primera publicación del equipo de dibujantes y guionistas.
En un principio, el grupo estuvo compuesto por Nazario y Mariscal, uniéndose tras ellos Miguel y Josep Farriol y, finalmente, Francesc Capdevila (Max), Antonio Pamiés, Roger y otros. Lanzaron una primera tirada de 1000 ejemplares, declarando únicamente 300 ejemplares para no llamar la atención de las autoridades. Sin embargo, a los pocos días, las autoridades realizaron un secuestro de la publicación al ser considerada atacadora a la moral pública. Será en 1974 cuando se autorizó El Rrollo Enmascarado como legal y, a partir de ahí, se comenzó a vender por toda Barcelona.
En cuanto a la revista Rrollo Enmascarado, la portada y contraportada aparecían impresas en color rojo y azul, con contornos tintados en negro y sobre papel blanco acartonado. En la portada, realizada por Josep Farriol, el título de la revista aparece con una tipografía en relieve, enmarcada por un gallo y un conejo antropomórficos que ocultan sus órganos sexuales mediante unos calzones negros. En la parte central aparece un tondo que encierra un extraño personaje que se convertiría en el símbolo de El Rrollo. Se trata de un joven con melena, caricaturizado, saluda al lector mientras aparece lamiendo un helado, como reproduce una onomatopeya (SSSLURP). Aparece con mirada perdida, venas exageradas, dos granos que resaltan una nariz enorme, un jersey con motivos estampados y una melena cayendo sobre sus hombros. En la parte inferior de la revista, vemos que hay una serie de avisos, de igual manera que las revistas underground estadounidenses. Los mensajes que aparecen son «Sólo para minorías selectas» y «Sólo para adultos progres», que informan que son revistas no aptas para niños. Se trataba de una revista para un público específico, para adultos progresistas que no se escandalizaran con lo que contenía el interior. En la parte central inferior aparece un trabalenguas que decía así «El Rrollo está enrollado / el desenrrollador que lo desenrrolle / buen desenrrollador será». Otro aviso es el siguiente «Se permite la reproducción total o parcial de este Rrollo», que se burlaba de la legalidad editorial en torno a la explotación de los derechos de autor.
Las páginas del interior son monocromáticas. Sin embargo, hay una particularidad y es que, el color utilizado varía en cada una de ellas, alternándose y creando un cambio de gamas que la dotaba de un efecto perturbador que buscaba un efecto de droga gráfica.
Su interior contaba con cortas historietas, de una o dos páginas, había influencia estética de Robert Crumb y del comix underground estadounidense. En ellas se sintetizaba las propuestas liberales de los hippies y otras tribus juveniles de la emergente contracultura española, con carga crítica, iconoclasta, soledad, incomunicación y otros males urbanos.
La historieta que me gustaría destacar es la denominada El sueño o cuando las fulanas se ponen en plan borde, realizada por Max, unos de los artistas del cual voy a centrar mi estudio. En la historieta, Francesc Capdevila, narraba la desgracia de un hombre rico que soñaba con aumentar su fortuna. En ella experimentó con algunos elementos del lenguaje del cómic y con los efectos visuales que producen las tramas y los rayados manuales, de diferentes formas, tamaños y texturas, que destacan la sensación de agobio de un sueño que se convierte en pesadilla.
ARTISTAS
FRANCESC CAPDEVILA, ''MAX'' (Barcelona, 1956)
Francesc Capdevila comenzó su andadura como ilustrador de cómics en 1973, como integrante del grupo El Rollo, influenciado por el movimiento underground americano.
Se trata de uno de los historietistas más prolíficos del comix español, que ha desarrollado una narrativa rica, y ha recuperado emociones y climas caso olvidados por otros medios de comunicación. En su primera obra firmó con su nombre, pero al ver que la gente no lo pronunciaba bien, decidió llamarse Max, influido por Max Ernst, aunque en ocasiones decía que era influido por Max Ajax, quien se suicidó en 1899.
Su etapa como dibujante aficionado de comix comenzó en 1973, con tan solo 17 años de edad, cuando conoció a Roger, que a su vez le presentó al grupo de dibujantes que formaban el grupo El Rrollo. El contacto con estos dibujantes le impactó de manera especial. Al principio empezó a dibujar historietas por afición y sin cobrar, participando en los proyectos del grupo. Su amor desaforado por Robert Crumb, le hará copiarlo conscientemente.
Tras acabar COU, tenía claro que quería dedicarse a la pintura, en la línea de Van Gogh y su estilo postimpresionista, pero se decantó por el cómic debido a que pensaba que el poder comunicativo del cómic y su posibilidad de contar historias no lo podía conseguir con un cuadro. Max comenzó a realizar publicaciones en revistas como Mata Ratos, Star, Butifarra!, Rock Comix y todos los álbumes de El Rrollo. En estas obras suele desarrollar mensajes de crítica social y parodias del mundo actual en las que predomina el mensaje sobre e dibujo, donde experimenta con recursos gráficos y expresivos.
A finales de los años 70, concretamente en el año 1979, formó parte del equipo fundador de la revista El Víbora, en la cual publicó la mayoría de sus obras hasta los años 90. La revista fue la principal representante de la línea chunga, que apostaba por incluir en sus páginas lo que sucedía en las calles, barrios y extrarradios. En sus inicios en la revista, cabe resaltar la representación de personajes fijos, entre los que cabría destacar a dos: por un lado Gustavo (1976), el cual hacía un uso generoso de la violencia y representaba la conciencia social del movimiento underground; y, por otro lado, Peter Pank (1983), con similitud al personaje de Disney, Peter Pan.
En la revista El Víbora fue donde dibujó las aventuras de Gustavo contra la actividad del radio (1980). Max reunió a Gustavo con un gran número de personajes secundarios, en un mundo donde todos eran muy enrollados, se pasaban el día escuchando rock, bebiendo, fumando y haciendo el amor siempre que podían. Así era el ambiente de vida de sus amigos más desmadrados, pero Max no era así. Gustavo era capaz de hacer volar una central nuclear, robar un banco e irse a vivir debajo de un puente, siempre dando la espalda al sistema. Se trata de un arquetipo ecologista, pasota, hippie y bastante radical. En su juventud barcelonesa formó parte de una banda callejera y participó en actividades políticas clandestinas.
Después viajó a San Francisco durante el ''Verano de las flores'', participó en el mayo del 68 parisino y recorrió Europa. Al regresar a España, concretamente a Madrid, se unió a los punk y se enganchó a la heroína, fue encarcelado, e incluso intentó suicidarse. Al salir de la cárcel conoció el negocio de una central nuclear e inició una lucha para acabar con su peligrosa actividad y con los empresarios que la dirigían.
Pero Gustavo también era un ser tierno y apacible, esto se puede ver con los integrantes de su comunidad. Este freak representó como un símbolo de la rebelión juvenil que muchos lectores se preguntaban si había existido alguna vez. Un reflejo de los supervivientes que luchaban contra el sistema.
En 1983, Max se cansó de Gustavo, por tanto, necesitaba crear un personaje nuevo. El nuevo personaje sería Peter Pank, un personaje más unidireccional que Gustavo, sin pasado ni futuro. Todo era muy esquemático, resultado de una actitud un poco punk y una mezcla de cariño y burla hacia las tribus urbanas. Este personaje tuvo un total de tres álbumes, Peter Pank (1984), Licantropunk (1987) y Pankdinista (1990).
Durante los años 80, los proyectos se sucedían y los registros cambiaban. Max pretendía combinar sus trabajos en El Víbora con una nueva línea gráfica que encajaba mejor en Cairo. Durante estos años, realizó series como la humorística 13 Exploradores y descubrimientos que el mundo jamás conoció o Balín y Balán. Fue en el año 1987 cuando realizó uno de sus títulos más importantes, El beso secreto, que contenía cuatro historias con influencia en los dibujos de Disney e Ibáñez.
En la década de los noventa realizó historietas tales como La biblioteca de Turpín o la revista Nosotros somos los muertos. La última incluía una historieta que denunciaba la guerra de Bosnia, un texto de Emilio Manzano, y unas notas de Pere Joan sobre la violencia machista y fascistoide de algunos tebeos.
Es destacable que desde finales de siglo, concretamente 1997, hasta ya entrado el siglo XXI, realizó una gran serie de historietas en la que aparecía un protagonista llamado Bardín. Cabe destacar Hechos, dichos, ocurrencias y andanzas de Bardín el Superrealista. Bardín es un hombre común que se ve transportado al mundo de lo superreal. Hereda a través de "Un perro andaluz" de Buñuel, una serie de poderes que le permitirán tener conversaciones filosóficas con criaturas extraordinarias, ya sean dioses o representaciones simbólicas de los mismos. Ganador de la primera edición del Premio Nacional del Cómic en 2007.
Hemos seguido viendo obras de Max en los últimos años, también podemos ver obras de Max. Ejemplo de ello son: El tríptico de los encantados (2016) realizado para el Museo del Prado en conmemoración del V centenario del Bosco. Con humor, centra su atención en los personajes que aparecen en los cuadros de La extracción de la piedra de la locura, el jardín de las delicias y las tentaciones de San Antonio Abad; Otra obra más reciente sería Viñetas desbordadas (2019), expuestas en el Centro José Guerrero de Granada en colaboración con Sergio García, en la cual sustituye la puesta en página por la puesta en sala.
MIGUEL GALLARDO (Lérida, 1955)
Gallardo pasó su infancia en Lleida, que en los años sesenta era aún una ciudad pequeña y religiosa. Estudió hasta los 17 años en un colegio de Maristas donde contempló cosas divertidas y anécdotas surrealistas que más tarde mostraría en sus historietas. Desde pequeño ya se manifestaba su don artístico participando en montajes teatrales del colegio, pintando decorados y escribiendo piezas para que fuesen representadas. El hecho que le influenció en su camino a convertirse en dibujante de cómics fue el descubrimiento de obras como Little Nemo y Krazy Kat.
En 1973 se trasladó a Barcelona con el objetivo de convertirse en dibujante de comic underground, que en aquella época era la única forma de expresión que permitía narrar las historias. En la Barcelona de aquellos años, tras la muerte de Franco, con una actitud rebelde, Gallardo continuaba su formación gráfica. Consiguió sus primeros trabajos como colaborador de Star. Estas primeras obras las realizaba con rotring, debido a que aún no dominaba el uso del pincel y la plumilla y situaba a los personajes en planos generales, cortándolos por la cintura, porque no dominaba la representación de los pies.
Gallardo formó pareja artística junto a Mediavilla entre 1976 y 1987. Nunca llegaron a integrarse al grupo El Rrollo ni al colectivo Butifarra!.
Gallardo se convirtió en uno de los creadores de la revista Disco-Exprés. Además de diseñar sus páginas, Gallardo realizó algunas historietas basadas en grupos de rock and roll, hasta que un día, le propusieron la creación de un personaje fijo para la revista y así fue como nació Makoki, donde reflejaba historias costumbristas de los bajos fondos de la ciudad, protagonizadas por seres despreciables a los que el lector les cogió cariño. Makoki se representa con un casco de electroshock, como explicaré en su primera historieta, con cuatro cables chispeantes pegados a la cabeza, que se convierte en su elemento más característico. Aparece con mirada bizqueante y una mueca enrabietada. Se recarga conectándose a los cables de alta tensión, metiéndose chutes de fluido eléctrico. Makoki carece de pasado y se convierte en un símbolo radical de la rebeldía y azote del sistema establecido.
La primera historieta, titulada Revuelta en el frenopático (1977), Makoki era arrastrado a la fuerza hasta una camilla donde, tras ajustarle las correas, le colocan unos electrodos en la cabeza para aplicarle un electroshock. El paciente simula un desmayo y al ser trasladado hacia su habitación, se arma con una botella de ácido y la estampa en la cara de un enfermero y el doctor. Tras esto, se apodera de las llaves para liberar a los locos encerrados en el frenopático, que organizan una orgía farmacéutica a base de medicamentos. Tras zafarse de la policía, que había ido al manicomio a poner orden, su destino estaba marcado entre los caminos de la violencia, las drogas y la locura.
Dos años después, en el año 1979, Gallardo y Mediavilla, formaron parte del grupo creador de la revista El Víbora. José María Berenguer les pidió otro tipo de personaje, debido a que Makoki estaba asociado a la revista Disco-Exprés. Por tanto, en principio, publicaron unas historietas a modo de parodia de clásicos del terror como son Drácula y Franquenstein, pero siguieron integrando a Makoki en sus historietas, añadiendo al grupo al Niñato, que con el tiempo se convertiría en el personaje más importante. En El Víbora publicaron la saga ''El pase'' que dio pie al regreso de Makoki para liberarle en la historia Fuga en la Modelo.
En el año 1982, bajo el manto protector de La Cúpula, salió a la calle la revista Makoki, dirigida por Gallardo y Mediavilla. Con el cebo comercial de traer de vuelta a Makoki, le convencieron para lanzar una revista satírica exclusivamente de humor, emulando publicaciones como Pulgarcito, de donde Gallardo sacó ideas para la maquetación y estructura de la nueva revista. Dos años después, no obtuvo éxito comercial y Berenguer decidió cerrarla. Sin embargo, en el año 1989, Felipe Borrallo inició una segunda etapa de la revista. A pesar de la oposición de Gallardo, Borrallo volvió a dar vida a Makoki con escaso éxito. Ahogados por la escasez de ventas, la revista finalmente desapareció en 1993.
Paralelamente al agotamiento de Makoki, Gallardo comenzó a realizar en solitario otras obras, como Pepito Magefesa (1981). En esta historieta realizó una mezcla del cómic y pop-art, humor y seriedad, que parodiaba el mundo del arte, reflejaba su bagaje pictórico y resumía lo más absurdo de la modernidad de la vida española.
En 1983 Gallardo comenzó a dibujar una serie de historietas que más tarde se recopilarían en el álbum Los Sueños del Niñato. Estos relatos llenos de pesimismo y desesperación reflejaban una etapa muy dura en la vida de Gallardo, en el que los canutos dejaron paso a una serie de drogas más duras. Con estas pesadillas se acababan las risas y comenzaba una época que no le apetece recordar a su autor. Son pesadillas que el personaje sufre por el mono de la heroína. El niñato se encierra en su habitación, donde consume las drogas que le llevarán al paraíso o le bajarán al infierno, para pasar del síndrome de abstinencia al delirio. Sus sueños muestran un mundo surrealista donde las jeringuillas cuelgan de los árboles, las rayas de cocaína se extienden hasta el infinito, etc. La serie recrea perfectamente el tiempo, la España de la década de los setenta. La atmósfera, calles, bares, ambientes y tipos sociales de las ciudades aparecen en las viñetas con gran realismo.
Finalmente, en el año 1994 decidió acabar con Makoki en su obra La muerte de Makoki. De esta forma se reconcilió con su personaje, acabando con él con una muerte digna que pusiera fin a la vida que otros le estaban dando. El escenario seguía siendo Barcelona, pero con otro aspecto debido a las Olimpiadas. Por último, ya entrado el siglo XXI, cabe destacar la mención de algunas historietas como María y yo (2007), donde Gallardo nos muestra la relación con su hija, que padece autismo, todo ello englobado en un viaje que hacen ambos; o su colaboración con Paco Roca en el libro Emotional World Tour (2009).
LA NOVELA GRÁFICA: PACO ROCA
Con el término de novela gráfica denominamos a una publicación con un guión de un solo autor y que contiene una única historia. Con la novela gráfica se produce una fusión de la narrativa y el dibujo y las historias son de mayor extensión. Además, trata gran cantidad de temas, tales como los sociales, autobiográficos, etc.
Tras la caída de las revistas de historieta adulta en los años noventa, el mercado entró en una época de dominio del manga y los superhéroes estadounidenses. Muchos de los mejores de la década anterior a los noventa se dedicaron a la ilustración, la pintura y el diseño o emigraron a otros países. Pero, esa especie de travesía en el desierto que fue la década de los noventa terminó con el cambio de siglo. Comenzaron a surgir nuevas editoriales de cómics que poco a poco se fueron interesando por los autores nacionales. El resultado es que en los últimos quince años el cómic español ha resurgido de sus cenizas, alejado de las cifras de venta millonaria de los años cincuenta o sesenta, pero con una salud artística envidiable.
Dentro de este ambiente, voy a hablar sobre Paco Roca (Valencia, 1969). Comenzó publicando historietas para ediciones La Cúpula, pero pronto se dirigió al mercado francés, para el cual realizó su obra más célebre, Arrugas (2007), producido originariamente en Francia, y que posteriormente se publicó en otros países europeos, incluido España.
La obra narra la vida de Emilio, un antiguo ejecutivo bancario, que es internado en una residencia de ancianos por su familia tras sufrir una crisis de Alzheimer. Allí, aprende a convivir con sus nuevos compañeros, cada uno con un cuadro clínico, y con los cuidadores que les atienden. Emilio se adentra en una rutina diaria con horarios para la toma de medicamentos, la siesta, las comidas, la gimnasia, la vuelta a la cama, etc. en su pulso con la enfermedad para intentar mantener la memoria y evitar ser trasladado a la planta de los impedidos, cuenta con la ayuda de Miguel, su compañero de habitación. Por tanto, con esta historia aborda temas delicados, hasta ahora escasamente tratados en historietas como son el Alzheimer y la demencia senil.
Esta obra contó con una buena recepción de crítica y público que le han llevado a recibir varios premios. En España gozó de gran éxito con más de 45.000 ejemplares vendidos. Esta obra obtuvo el Premio Nacional del Cómic en el año 2008.
Otras obras destacables de este autor son El invierno del dibujante (2010), ambientada en la España de finales de los años 50, en esta obra investiga la salida de los autores estrella de la editorial Bruguera, para fundar una revista en la que tuviesen mayor libertad creativa; Memorias de un hombre en pijama (2011); Los surcos del azar (2013), donde, a través de los recuerdos de Miguel Ruiz, republicano español exiliado, reconstruye la historia de La Nueve, una compañía formada por republicanos españoles, durante la Segunda Guerra Mundial.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
Dolpico, P (2005): El cómic underground español, 1970-1980, Madrid, Cátedra.
Vilches Fuentes, G (2014): Breve historia del cómic, Madrid, Nowtilus.
- https://www.youtube.com/watch?v=f5z9EGgI8lU